miércoles, 30 de mayo de 2012

Antes la comunidad colaboraba en la resolución de casos

 Con un cheque de 90 mil bolívares compraron

material para actual sede del Cicpc Los Teques


En una patrulla conocida como “La Vaca” los policías hacían recorridos por calles capitalinas, eso cuando no les tocaba ir a pie o pedir la cola para llegar a su destino

Johana Rodríguez
jrodriguez@diariolaregion.net/@michellejrl


LOS TEQUES. “El entonces gobernador de Miranda Dr. José Rafael Unda Briceño, quien fue juez en Mérida y cuñado del ex presidente de la República, Luis Herrera Campins, me llamó para que iniciara una averiguación, porque presuntamente estaba desapareciendo un dinero. Al poco tiempo el caso fue resuelto y Unda me dio un cheque por un monto de noventa mil bolívares y me dijo: con este dinero encarguese de que compren las primeras bolsas de cemento y vigas para la nueva sede del cuerpo de policía judicial”.

Y así fue, según cuenta Rafael García, quien antes de hablar de la actual sede de la sub delegación local del ahora Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), habla de la fundación de la institución, remontándose a la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958, tras lo cual, el 20 de febrero de ese año, salió el decreto número 48 sobre la creación del Cuerpo Técnico de Policía Judicial, bajo la dirección de Rodolfo Plaza Marque, el fallecido Carlos Olivares y Claritza Sanoja, entre otras destacadas figuras.

Las primeras delegaciones fueron La Guaira, Chacao y Los Teques, última cuya sede se encontraba en la quinta Galindo, propiedad de Pedro Galindo, ubicada en la calle Páez de la capital mirandina (donde actualmente queda Ipostel), que posteriormente fue mudada a la quinta del señor Bosco, ubicada en la misma calle Páez cruce con Falcón, hasta el 30 de noviembre, cuando se inauguró la actual sede, en la urbanización Cecilio Acosta, en el sector El Paso.

-La primera sede funcionaba con 12 funcionarios, entre personal técnico y administrativo y evidentemente era un lugar muy pequeño en el que apenas se podía estar, siendo el jefe de la región el comisario Pedro Miguel Hurtado Carvallo y el comisario Edgar Lugo Peña. Recuerdo con mucho cariño que entre los años 60 y 70 teníamos una patrulla conocida como “La Vaca”, no sólo por nosotros, sino por la gente en la calle, a bordo de la cual se hacían recorridos por calles capitalinas, eso cuando no nos tocaba ir a pie, porque bastante que nos tocó agarrar nuestro autobusito e incluso pedir la cola, la cual era concedida sin ningún tipo de problema, pues había respeto hacia el funcionario.

“La gran familia PTJ”
La entrevista prosigue y ante la interrogante de las diferencias entre las actuaciones de hace 25 años atrás y la actualidad, señala que antes “desde el agente más nuevo hasta los jefes subían los cerros para resolver los casos, los cuales a más tardar estaban resueltos en una semana. Que hubieran 8 expedientes abiertos creaba una alarma”, refiere García, quien dice provenir de la provincia y a quien, según sus propias palabras “le hierve la sangre cuando le dicen que es del interior”.

Y es que para este hombre de hablar pausado, antes existía un celo entre lo que califica la gran familia de PTJ, porque no se veían tanto las llamadas comisiones de servicio. “Colaborábamos con otras fuerzas vivas, pero siempre identificados con la institución”, a la vez que agrega que algo que se mantiene intacto con el paso de los años es la colaboración y asesoramiento de todo el Poder Judicial y del Ministerio Público.

-Por otra parte se ha perdido el lado social de estos efectivos, que antes podían asistir a los actos de los hijos, primera comunión, matrimonios; había un engranaje perfecto entre el trabajo y la familia, cosa que se ha ido perdiendo.

Prosigue su discurso señalando que siempre ha existido, tal vez más antes que ahora, una mística a la hora de trabajar, “por lo que los funcionarios no tienen horario ni fecha en el calendario, más de una vez lo llamaban a uno en la noche o la madrugada para que fuera a un procedimiento; hasta una estadía en Mérida me perdí una vez”, recuerda sonriente.

Comunidad colaboradora
Otra cosa que se parece haber perdido con el transcurrir de los años, es la colaboración de la comunidad. “Antes te llamaban para reportarte que unos sujetos se habían metido en una casa y habían cargado con un par de relojes; y al rato volvían a llamar para decirte el nombre del responsable. Ahora y con el cambio del Código Penal, existe no diría que miedo, pero sí temor”.

-El instrumento anterior al Código Orgánico Procesal Penal (Copp), era prácticamente perfecto, pues incluía códigos franceses. Particularmente considero que con la derogación de dos artículos era suficiente. Por ejemplo, cambiar lo que los jueces llamaban ´libertad bajo averiguación abierta´, debido a que los investigados huían; porque con el nuevo instrumento legal los testigos van a audiencias en donde los enfrentan con el abogado del acusado, quien los ve y le hace una señal de amenaza. Bajo esas circunstancias quien se atreve a denunciar; yo no lo haría ni tu.

También existía respeto en la calle hacia los efectivos. “Recuerdo que el día que me entregaron mi arma de reglamento mi superior me dijo: El arma es para que la cargue entre el cuero y la carne, es decir, nadie tenía que verla para que existiera cortesía”, a diferencia de ahora que hay que mostrarla incluso para no ser víctimas del hampa.

Mística de trabajo
“Siempre tengo en la mente el dicho que reza ´el campo embrutece y envejece´, por lo que salimos de mi pueblo, Altagracia de Orituco, para Caracas, “llegué con mi difunto hermano a la esquina de Capuchinos” y tras instalarse, decidió estudiar “lo que se podía”, contabilidad.

Luego comenzó a trabajar y cada mediodía iba a trotar y almorzar “Pepsi cola, pan de trigo y cambur, y un compañero norteamericano siempre me llevaba revistas del FBI y me hablaba de la policía, despertando la curiosidad que me llevó a 31 años y 7 meses al servicio”, tiempo durante el cual recorrió todo el país, “siempre con la policía, aunque varias veces estuve en comisión de servicio en entes del estado”.

“Este es un trabajo que, tal y como siempre lo digo, requiere mística, pues en ocasiones se tenía y se tiene que trabajar con la uñas pero se sacan los casos como sea. Con estas palabras me viene a la mente cuando un ex presidente de la República me dijo que un caso muy sonado en el año 75 (el abogado Carmona), tenía que salir ganara o no nuevamente el partido. Este señor perdió pero el caso se resolvió”, anécdota con la que finaliza el encuentro con quien comparaban con un famoso detective de una serie norteamericana “porque nunca me despeinaba”.

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