martes, 24 de abril de 2012

Relato post tragedia en la Panamericana desde óptica periodística



“No sabía si ayudar, entrevistar a los

sobrevivientes o ponerme a llorar”


El Jefe de Información del diario La Región, Daniel Murolo, fue el primero en llegar al lugar del suceso, de donde salió 3 horas después impregnado de un olor que jamás podrá olvidar

Johana Rodríguez
jrodriguez@diariolaregion.net/@michellejrl


LOS TEQUES. “Tengo lagunas mentales sobre ese día, supongo que un mecanismo de defensa que activó mi mente tras ver horrendas imágenes que van acompañadas de un olor que definitivamente no olvidaré”. Estas son las primeras palabras que pronuncia Daniel Murolo, Jefe de Información del diario La Región, al interrogarle sobre la cobertura ofrecida a la tragedia de la carretera Panamericana registrada el 29 de diciembre.

A diferencia de otros casos, cuando tras suscitarse un hecho de interés público el comunicador social se acerca a darle cobertura, en esta ocasión Daniel ni se imaginaba lo que pasaría en la Panamericana, arteria vial que ese día estaba atípicamente descongestionada. “Ese jueves me invitaron a participar en un programa radial en Caracas, así que a las 2 pm decidí salir de la oficina en Los Teques. Justo cuando iba por el kilómetro 8, noté que humo negro comenzaba a salir y segundos después se atravesó frente al carro a bordo de una moto un efectivo de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB)”.

El uniformado apareció como el portador de la mala noticia, anunciando que una gandola había chocado y que había un derrame de combustible en la vía, por lo cual no podía seguir su rumbo. Sin embargo, Murolo explicó que era periodista y debía ir a ver lo ocurrido, a lo que el castrense le dijo que podría pasar pero a su riesgo.

-Instintivamente llamé a mi mamá para decirle que estaba en la Panamericana; tomé una foto de la candela que se propagaba por la vía para publicarla en Twitter y poco después se me apagó el teléfono. Estacioné el carro detrás de una patrulla y comencé a caminar. Conforme avanzaba en dirección al autobús incendiado, dentro de mí se desataba una guerra entre la adrenalina y el temor.


El dilema
La curiosidad pudo más que el miedo y al llegar vio como una de las víctimas fatales estaba tirada en plena vía pública, “con el rostro desintegrado, mientras un bombero sofocaba las llamas que aún tenía el cuerpo. En ese momento yo no sabía si ayudar a esa persona, entrevistar a los sobrevivientes o ponerme a llorar; fue algo impresionante, sobretodo cuando al voltear me di cuenta que estaba justo al lado del autobús calcinado”.

Sin poder reaccionar y aún parado tras ver la dantesca escena, Murolo oyó como un efectivo bomberil dijo que, al menos dentro de la unidad de transporte, habían trece cadáveres. “Allí me dije, o me alejo de aquí o me derrumbo, y fue cuando comencé a contactar con los conductores que se habían lanzado al monte para salvarse”.

Aunque quería desconectarse, estando en el lugar del suceso era muy difícil, sobretodo cuando el número de fallecidos parecía ascender estrepitosamente. “Yo había visto dos cuerpos en la vía, después hablaron de esos trece del autobús y fue cuando comenzaron las especulaciones de que eran 15 fallecidos. En medio del caos, un efectivo señaló que, en vista de las condiciones de los cadáveres, era necesario que contaran las cabezas, totalizando el saldo trágico: trece vidas pérdidas en cuestión de segundos”.

La tragedia le permitió a Daniel conocer de cerca la labor de los efectivos bomberiles, “quienes incluso sin guantes sacaban los cuerpos carbonizados del autobús; son verdaderos héroes que se desconectan de todo cuando están en medio de su difícil labor; lo cual hay que aplaudir y exaltar”.

Zapatos desintegrados
Pese a que son incontables los sucesos que ha visto a lo largo de trece años de carretera, Daniel Murolo asegura que esta tragedia lo marcó de una manera diferente. “Una semana después de lo ocurrido, ahora que cuento lo que presencié, soy consciente de que bloqueé varias partes de ese episodio; hay brincos en la historia: sé que venía hablando por teléfono cuando vi la cortina de humo en la Panamericana, pero por más que le doy vueltas, no recuerdo con quién”.

El estado de shock hizo que el periodista que durante años cubrió la fuente de Sucesos en un conocido diario de Aragua,  ignorara la advertencia de un bombero. “Caminé por el combustible caliente y las suelas de los zapatos se desintegraron; lo que noté al buscar mi vehículo, que por cierto no recordaba dónde lo había estacionado, por lo que me asusté, pues pensé que me lo habían robado, lo que hubiera sido fácil, pues en medio de la corredera, simplemente lo apagué, pero lo dejé con las luces intermitentes y con los vidrios abajo”.

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